jueves, 1 de diciembre de 2011

Recuerdo a mi padre

Hola Padre, he vuelto hoy para escribir sobre ti después de un año y 10 meses. Me levanto así por un sueño que tuve anoche. Es que todavía no puedo creer que te hayas ido así, de esta manera.

Papá, te escribo desde mi corazón.

Papa, te escribo con todo mi sentimiento.

Papa, sé que estás en el Paraíso, pero yo todavía no puedo creer que te hayas ido de esta manera.

Anoche soné contigo, que ya estaba contigo, en nuestra casa, donde me diste alimento para que yo pudiera crecer; donde me has dado siempre tus consejos tan especiales; donde te conocí bien: siempre estabas rodeado por tu familia, Papa. Siempre has estado muy cerca de nosotros, siempre nos has defendido en todos lados, siempre has estado muy preocupado por nosotros y has estado muy cerca de nosotros.

Mi sueño:

Después de un año y diez meses, te he vuelto a ver, dentro de mi sueño. Estabas como siempre, papá, lo poco que me acuerdo de ti. Anoche volví a encontrar en nuestra casa. Papá, estabas como siempre, con tus amigos. Entré en la casa y te encontré allí, sentado con tus amigos. Nos vimos, te levantaste y yo fui corriendo hacia ti para que nos diéramos un abrazo fuerte. Me acuerdo de este fuerte abrazo y tú estabas como siempre, dándome consejos, como hace un buen padre con su hijo. Y mientras yo te estaba escuchando, mis lágrimas empezaron a caer, y las tuyas también.

Me acuerdo que yo te decía: papá, sabía que te volvería a encontrar. Porque nunca pude creer que ya no te volvería a ver después de que tuve que hacer un viaje tan largo y tan duro para poder tener un futuro mejor y para ayudarte y que pudierais estar mejor toda la familia.

Me acuerdo de la última conversación que tuvimos, cuando yo ya estaba en España. Hablamos de muchas cosas y yo estaba desando muchas cosas para ti papá, pero después de unos días, recibí la noticia de que te habías marchado. No tenía otra opción que aceptar las cosas tal y como venían. Pero es duro, muy duro.

Ahora estás en el Paraíso. Siempre has sido un gran padre para nosotros. Te quiero mucho, papá. Sé que ahora y más adelante lo único que puedo hacer es rezar por ti, y lo voy a hacer.

Pero desde hoy, además, sé que estás conmigo, aunque me falta tu presencia. Y hasta hoy sigo luchando para poder seguir adelante y te deseo todo lo mejor para ti. Que Dios te bendiga. Que descanses en paz.

Pero no estoy triste. Gracias a vosotros, queridos amigos, porque sé que estáis aquí, a mi alrededor, para leer mis palabras. Sois lo mejor que tengo, como os digo siempre. Sin vosotros, no soy nadie.

Hasta pronto,

Pape